jueves, 3 de diciembre de 2015

T6: Documentación científica

Para nuestra desgracia o no, los científicos, o futuros científicos, tenemos también una innegable faceta como escritores. Resulta casi imprescindible, no ya manejar un dominio depurado de la redacción, pero sí poseer ciertas capacidades a la hora de plasmar nuestra investigación en palabras, sea de cara a la comunidad científica o a un público más heterogéneo. Esto no quiere decir que tengamos que ser hábiles en el manejo de recursos lingüísticos o literarios, que efectivamente no hacen sino trabar la comprensión del texto. De hecho, lo que a veces resulta más complicado es dar con la manera más sencilla y clara de exponer los nuevos conocimientos, otorgar al contenido todo el protagonismo y librarlo de adornos. Como bien remarca Robert Day, la de científico es la única profesión que conlleva la necesidad de escribir, de hacer público mediante el texto los avances realizados en nuestra carrera. Por ello, debemos trabajar e intentar depurar nuestra manera de transmitir.

Existen muchos formatos mediante los que difundir los resultados de nuestros trabajos: el artículo resulta el más recurrente, al igual que las monografías u obras colectivas. Los seminarios o reuniones de todo tipo, resultan también esenciales, siendo una manera dinámica de intercambiar conocimientos entre la comunidad científica, así como de difundirlos, como bien destaca Ruy Pérez Monfort. Estas reuniones son buen ejemplo de la importancia de la difusión oral, que eso sí, siempre o casi siempre queda puesta por escrito. Igualmente, el formato audiovisual ha adquirido mucho protagonismo en los últimos años. Por otro lado, el papel de internet como medio de búsqueda y volcado de documentos ha ido adquiriendo relevancia. Buen ejemplo son la cantidad de revistas electrónicas que han visto la luz en las últimas décadas. No añadiría nada nuevo si digo que la búsqueda en plataformas on-line de publicaciones científicas, mediante autor, palabras clave, materias, etc, facilita muchísimo el trabajo a los investigadores e interesados, ya que conlleva un gran ahorro de tiempo y permite la localización de documentos a los cuales no tendríamos fácil acceso por otros medios. 

Finalmente, realizar algún apunte sobre las estructuras del documento o de la publicación científica. Son muchas las propuestas (se habla del IMRAD –Introduction, Methods, Results And Discussion-), y, desde luego, existen partes esenciales, como puede ser la exposición del método, o metodología, y de los resultados. La importancia o la extensión de cada campo, dependerá de cada ciencia. No creo que exista una única estructura aplicable a todas las disciplinas. Lo que sí es común a todas es el papel esencial del documento y de la publicación. Sin difusión no hay conocimiento.




1 comentario:

  1. Para la difusión del conocimiento cualquier formato vale, en cambio para el desarrollo profesional del invesigador es el artículo primario revisado por pares, el paper, el que más valor tiene.

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